Cómo nuestras experiencias pasadas conforman nuestra personalidad
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En este artículo se analiza el concepto de creencias fundamentales y cómo nuestras experiencias pasadas conforman nuestra personalidad.
Nuestras creencias y necesidades son los factores más importantes que rigen nuestro comportamiento. En última instancia, todo se reduce a las creencias, porque una necesidad es también una creencia: la creencia de que nos falta algo.
Ver también: Emociones primarias y secundarias (Con ejemplos)Cuando nacemos, nuestros cerebros no están completamente desarrollados. Estamos preparados para recoger información de nuestro entorno y formar creencias basadas en esa información. Estamos preparados para formar esas conexiones neuronales que nos van a guiar el resto de nuestras vidas.
Si ha observado detenidamente el crecimiento de un niño, sabrá de lo que estoy hablando. Un niño absorbe información de su entorno tan rápido y a un ritmo tan elevado que, a los 6 años, ya se han formado miles de creencias en su mente, creencias que le ayudarán a interactuar con el mundo.
Las creencias fundamentales: el quid de nuestra personalidad
Las creencias que nos formamos en la infancia y la adolescencia constituyen nuestro núcleo de creencias. Son los factores que más influyen en nuestra personalidad. Pero eso no significa que estemos atrapados en ellas.
Son difíciles de cambiar, pero no imposibles. Las creencias que nos formamos más tarde en la vida son comparativamente menos rígidas y pueden cambiarse sin mucho esfuerzo.
Tu niño interior sigue influyendo en tu comportamiento y personalidad.Cambiar las creencias para cambiar la personalidad
Entonces, ¿cómo cambiamos nuestras creencias? El primer paso es tomar conciencia de las creencias que están moldeando tu personalidad. Una vez que las hayas identificado, tienes que indagar en tu pasado y entender por qué formaste esas creencias. Ésta es la parte difícil.
El proceso de formación de creencias ocurre de forma inconsciente y por eso nos sentimos impotentes ante ellas. Pero una vez que hacemos consciente lo inconsciente, empezamos a ganar poder real.
Identificar las creencias que quieres cambiar y comprender cómo las formaste es suficiente para que te liberes de su garra y no dejes que controlen tu comportamiento. La conciencia es como un fuego que lo derrite todo.
Intenta entenderlo de esta manera. Supongamos que este mes has rendido mal en el trabajo y eso ha decepcionado a tu jefe. Él quiere que enmiendes la plana el mes que viene.
Pero no te da ningún informe de rendimiento ni te indica de ningún modo lo que hay que arreglar. ¿Podrás arreglar algo si no sabes qué ha ido mal?
En absoluto. Hay que saber qué falló para poder arreglarlo. Además, hay que saber cómo y por qué falló. Lo mismo ocurre con el comportamiento humano. A menos que no entiendas el mecanismo subyacente de tu comportamiento, no podrás cambiarlo.
Algunos ejemplos
Para ilustrar cómo nuestras experiencias pasadas (especialmente en la infancia) dan lugar a la formación de creencias que afectan fuertemente a nuestro comportamiento, permítanme darles algunos ejemplos...
Una niña maltratada se forma la creencia de que es menos digna que los demás por lo que ha pasado, por lo que es muy probable que tenga baja autoestima y viva avergonzada durante su vida adulta.
El más pequeño de la familia recibe mucha atención de todos los que le rodean, por lo que desarrolla la necesidad de ser siempre el centro de atención.
De adulto, puede convertirse en una persona muy llamativa, exitosa o famosa sólo para seguir siendo el centro de atención. (orden de nacimiento y personalidad)
Una niña cuyo padre la abandonó a ella y a su madre puede formarse la creencia de que no se puede confiar en los hombres.
Así que, de adulta, puede que le cueste mucho confiar en cualquier hombre y que tenga problemas para entablar una relación íntima con un chico. Puede que acabe saboteando todas las relaciones en las que se mete sin saber por qué.
Ver también: ¿Te sientes mal? 4 razones por las que ocurreUn chico que de niño siempre se sintió inseguro económicamente porque sus padres siempre se preocupaban por el dinero puede desarrollar una fuerte necesidad de hacerse rico. Puede volverse muy ambicioso y competitivo. Si no consigue sus objetivos económicos, puede caer en una fuerte depresión.
Un niño acosado en el colegio puede desarrollar la necesidad de hacerse fuerte y, por tanto, interesarse mucho por las artes marciales o el culturismo.
Si entrevistamos a adictos al gimnasio, descubriremos que la mayoría de ellos sufrieron acoso escolar de niños o se vieron envueltos en peleas físicas con anterioridad. Muy pocos lo hacen sólo para mejorar su imagen corporal. Debido a las experiencias que las personas atraviesan en la vida, desarrollan ciertas creencias, necesidades y formas de pensar muy arraigadas.
Para satisfacer sus necesidades, desarrollan ciertos rasgos de personalidad. Puede que no sean conscientes de la razón por la que tienen ciertos rasgos de personalidad, pero su mente trabaja en segundo plano buscando continuamente formas de satisfacer sus necesidades.
Contrariamente a la creencia popular, podemos entrenarnos para desarrollar cualquier tipo de personalidad que queramos. Puede que te gusten algunos de los rasgos de personalidad que te ha otorgado tu pasado, pero siempre puedes cambiar los que no te gusten modificando las creencias asociadas a esos rasgos.